miércoles, 7 de diciembre de 2011

Ministerio de Jesús

me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar
a los quebrantados de corazón, a publicar libertad de los cautivos,
y a los presos apertura de la cárcel; ....... a consolar a los
enlutados; a ordenar que a los afligidos...se les dé gloria en lugar
de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar
de espíritu angustiado; .....Reedificarán las ciudades antiguas, y
levantarán los asolamientos primeros, y restaurarán las ciudades
arruinadas, los escombros de muchas generaciones (Isaías 61:1-4)
Las palabras anteriores corresponden a una parte de la lectura que
realizó Jesucristo en la sinagoga de Nazareth, en lo que marcó el inicio
de su ministerio público. Las palabras definen su obra, y son el marco de
referencia de la Iglesia en su proceso de proclamación e instauración del reino de Dios.

Predicar: Se refiere específicamente a la predicación de las buenas nuevas del Reino de Dios, la cual va acompañada de sanidad y liberación (Mateo 4:23). El señor Jesús nos comisionó a continuar esta obra, sobre la base de su sacrificio en la cruz, su amor por la humanidad, y la dotación del Espíritu Santo para el cumplimiento de esta tarea. Esto fue lo que la iglesia primitiva hizo (Hech. 28:31), y lo que constituye la misión de la iglesia en este siglo también.
· Vendar (Sanar): Existen heridas en el presente que se refieren a hechos del pasado. Estas reacciones van desde actitudes pecaminosas como consecuencia de estos hechos, tal como la falta de perdón y la amargura, hasta enfermedades físicas. Los episodios del pasado que causan dificultad deben ser tratados, tal como David cuando fue confrontado por Natán (2 Samuel 12:1-15), o como Pedro ante Jesús (Juan 21:15-19). Por ello, la confesión, seguida de la oración (Stg. 5:16), viene a ser muy importante en este proceso de sanidad de los recuerdos.
· Libertar: Durante su ministerio terrenal Jesús liberó a los presos agobiados (Isaías 51:14) y oprimidos por el diablo (Hech 10:38). Su ministerio continuo, a través de la iglesia, en la liberación de los que estábamos sujetos a la servidumbre del que tiene el imperio sobre la muerte, el diablo (Heb. 2:14-15), y de la potestad de las tinieblas (Col1:13). Sin embargo, el proceso de liberación involucra el limpiar, allanar el terreno (Isaías 57:14), derribar altiveces, fortalezas espirituales, para someterse en sumisión plena a Cristo (2 Cor. 10:5).


· Consolar: El ministerio de Pablo a los corintios (2 Cor 1:3-7) nos recuerda que una de las funciones principales del cuerpo de creyentes es la consolación

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